martes, 29 de septiembre de 2015
domingo, 27 de septiembre de 2015
El alma sana
Con el paso de los años he comprendido el significado de cada frase que mi padre nos decía, ayer fueron
consejos, con el tiempo me parecieron sabias… hoy comprendo que mi padre era un
estudioso, reflexivo, crítico de la realidad, con una capacidad de razonamiento
asombrosa, quizá aun más lejos, un ser de luz; recuerdo esta frase: "Sólo
hay una manera de terminar con lo malo y es: no hacerle lo malo a nadie, asi te lo hagan a ti "
Cuan sabia reflexión! aquellas palabras sueltas, entrecortadas que siempre
ponía de ejemplo para formarnos con valores y principios ejemplarizador. Hoy al
leer este pensamiento de Liev
Nikoláievich Tolstói, novelista ruso, profundo pensador social y moral
que dice: “Sólo hay una manera de poner término al mal, y es el devolver
bien por mal".
Qué parecidas son! es como si mi padre la
hubiese leído, pero estoy segura que jamás lo hizo, porque aprendió en la
escuela sólo a leer, sumar, multiplicar y restar, ya que no existía ninguna
otra posibilidad de alcanzar otro grado en aquel lejano espacio del universo,
donde las posibilidades de tener un libro en sus manos era una odisea por no
decir imposible.
No todos tenemos el privilegio de tener en la vida un filtro poderoso que nos ayude a rechazar lo malo y a no devolverlo; él fue mi filtro, él me regaló su sabiduría, esa que me formó para entender que jamás debo usar mi alma para venganzas, envidia, traición en contra de mis congéneres, sólo tratar de dar sin esperar nada en retorno.
Cuando perdono, lo hago con todo mi ser y en
vez de venganza regalo segundas oportunidades, porque decidí que lo bueno debe habitar en mi
corazón, aprendí a tratar con esmero el huésped más distinguido que vivirá por
siempre en mi casa interior “el alma
sana” , los pensamientos positivos ,tratando todos los días de no dejar
colar los pensamientos tóxicos.
Naturalmente cada quien tiene derecho a
elegir qué hacer cuando es lastimado, pero yo decidí seguir las enseñanzas de
mi padre y la fe en el amor de Dios. Porque la única manera de NO hacer mal, es
retratando el alma y mirar sus orificios para sellarlos con el bien que emana
de aquellas enseñanzas, de aquellos valores familiares estampados de generación en generación. Los
invito hacer lo mismo y a multiplicarlo en su familia, quién sabe si salpicamos
a alguien más con algunos de ellos.
En la vida hay
que tener propósitos y uno de ellos ha sido contribuir a que alguien más tenga
paz o se sienta feliz. Para sintonizar con la humanidad que aún confía que se
puede lograr un universo de equidad, para danzar al ritmo del sonido que trae
el bien y rechazar el mal cuando llega con su careta puesta. Y caminar en la
tierra de manera liviana, sin cargar la mochila de éxitos, fama, poder y dinero comprado con
categoría de primera como acostumbra a etiquetar la sociedad… al contrario
prefiero me condenen a ciudadana de segunda categoría porque le hice caso
a mi padre, y no estar en primera
clase cuando al final del camino lo único
que vale es lo que nunca podremos comprar con dinero. No esperemos un
sacudión de conciencia, seamos filtro de vida para futuras
generaciones.
jueves, 10 de septiembre de 2015
La Lealtad, un valor que vamos perdiendo
La Lealtad es un valor que debemos desarrollar en nuestro interior y
tener conciencia de lo que hacemos y decimos. Es corresponder, a una
obligación que se debe tener con los demás, Es un compromiso de defender
lo que creemos; y en quienes creemos, si no cumplimos con ese debido,
nos quedamos solos.
Porque la lealtad significa fidelidad, franqueza, nobleza, honradez, sinceridad y rectitud. Cuando somos leales, logramos llevar una relación a algo serio y profundo; Si actuamos con la verdad por delante.
La lealtad es el valor, la virtud más admirable, y la deslealtad es la falla humana que más tristeza provoca. Si una enfermedad no se cura, si una simple comida no tiene el sabor esperado, si una persona nos deja esperando, causan desilusión, desencanto.
Pero la deslealtad, cuando alguien en quien confiamos nos hace trampa, nos engaña, nos traiciona, saca provecho de nosotros, entonces la frustración, el enojo que puede llegar a la rabia que esa deslealtad nos causa es la mayor desilusión humana: "confié en ti y me fallaste".
Cuando damos lealtad y la esperamos en reciprocidad, basamos todo en la confianza, que como dice un viejo principio, tan difícil es de ganar, tan fácil de perder y tanto más difícil de recuperar. No ganemos la desconfianza de nuestro prójimo, de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros compañeros, de nuestros asociados en la empresa o labor que sea, seamos leales.
Hay que ser leales (cumplidos) en todo, para conservar la confianza y el respeto (y hasta admiración, si se quiere) de los demás. Debemos llevar la lealtad a los detalles pequeños, ya que quien es leal en lo poco lo será en lo mucho; si nos permitimos pequeñas debilidades de fallarle a los amigos, poco a poco nos iremos "justificando", con la excusa que sea, fallas e infidelidades más grandes, con las mayores traiciones a la vuelta de la esquina.
Quien es leal, cumple sus compromisos con todos en la vida real; no es asunto de discurso "bonito" o de frases petulantes. En los hechos vitales, o se es leal o no se es, no hay términos medios; por eso Cristo nos dice a sus seguidores: "el que no está conmigo está contra mí". Moralmente hablando no existe la neutralidad.
Lealtad en los compromisos, es la base para no caer en la debilidad de pasar de la pequeña traición a la grande. Si me permito pequeñas fallas de lealtad y soy consciente de ello, y de cómo voy traicionando la confianza ajena de menos a más, termino por devaluarme y desconfiar de mí mismo/a.
Porque la lealtad significa fidelidad, franqueza, nobleza, honradez, sinceridad y rectitud. Cuando somos leales, logramos llevar una relación a algo serio y profundo; Si actuamos con la verdad por delante.
La lealtad es el valor, la virtud más admirable, y la deslealtad es la falla humana que más tristeza provoca. Si una enfermedad no se cura, si una simple comida no tiene el sabor esperado, si una persona nos deja esperando, causan desilusión, desencanto.
Pero la deslealtad, cuando alguien en quien confiamos nos hace trampa, nos engaña, nos traiciona, saca provecho de nosotros, entonces la frustración, el enojo que puede llegar a la rabia que esa deslealtad nos causa es la mayor desilusión humana: "confié en ti y me fallaste".
Cuando damos lealtad y la esperamos en reciprocidad, basamos todo en la confianza, que como dice un viejo principio, tan difícil es de ganar, tan fácil de perder y tanto más difícil de recuperar. No ganemos la desconfianza de nuestro prójimo, de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros compañeros, de nuestros asociados en la empresa o labor que sea, seamos leales.
Hay que ser leales (cumplidos) en todo, para conservar la confianza y el respeto (y hasta admiración, si se quiere) de los demás. Debemos llevar la lealtad a los detalles pequeños, ya que quien es leal en lo poco lo será en lo mucho; si nos permitimos pequeñas debilidades de fallarle a los amigos, poco a poco nos iremos "justificando", con la excusa que sea, fallas e infidelidades más grandes, con las mayores traiciones a la vuelta de la esquina.
Quien es leal, cumple sus compromisos con todos en la vida real; no es asunto de discurso "bonito" o de frases petulantes. En los hechos vitales, o se es leal o no se es, no hay términos medios; por eso Cristo nos dice a sus seguidores: "el que no está conmigo está contra mí". Moralmente hablando no existe la neutralidad.
Lealtad en los compromisos, es la base para no caer en la debilidad de pasar de la pequeña traición a la grande. Si me permito pequeñas fallas de lealtad y soy consciente de ello, y de cómo voy traicionando la confianza ajena de menos a más, termino por devaluarme y desconfiar de mí mismo/a.
jueves, 3 de septiembre de 2015
No dejes de vivir
Después de tanto trabajo, un día agotador,
de estrés, de innumerables obligaciones
y responsabilidades, los seres humanos debemos darnos un tiempo para cuidarnos,
mimarnos y atendernos. Un momento para saber cuánto nos querernos.
Ya sea después de todas las obligaciones,
al mediodía o cuando llega la noche , pero siempre reserva al menos media hora
sólo para ti, en la que no le sirvas a nadie y en la que puedas dedicarte hacer
lo que te gusta, te relaja o al menos descansa un momentito .
Cada
dos semanas sal con tu pareja en plan romántico. Ese día deben salir solos y
dedicarse hablar de ustedes, de lo que
les pasa, de lo que viven; dejar el tema hijos para otra oportunidad, no pensar
en las deudas, enfermedades, trabajo, problemas sociales, ni en el futuro, sólo
vivir el momento. DATE UN CHANCE
Cuando
vayas manejando, escucha música tranquilizadora, que no te acelere, sino que te
ayude a tomar las cosas con más calma. Además, si vas con los hijos, esa música
los tranquilizará a ellos también.
Visita
las personas que quieres, diviértete; verás
lo terapéutico que resulta una conversación de remembranzas, ve al campo, disfruta de las flores, escucha
un cuento con picardía, sonríe a carcajadas hasta que te salgan las lagrimas,
juega, baila, práctica algún deporte,
libérate. ¿Cuánto tiempo hace que no sale al patio a ver y conversar con las estrellas como cuando eras
niña/o?
Todos
podemos disfrutarlo y si es en familia
mejor .Unos padres modernos necesitan hijos modernos y esto es: que cada uno
haga su cama, que ayuden con los quehaceres domésticos juntos y que sean responsables
en sus tareas escolares, que se convierta en una diversión en la que todos aprendan.
Explícale
que esto te ayudaría a estar más tiempo con ellos jugando en vez de estar
persiguiéndolos porque no hicieron los deberes. Conocer tus hijos, lo que les
gusta, sienten y viven, te ayudará a tener mayor cercanía con ellos y ser mejor
madre, mejor padre, ellos son más importante que todo en la vida, serán lo que
tú les enseñes, y vamos a tener una sociedad producto de lo que les hemos
ofrecido a nuestros hijos.
Debes saber en
qué flaqueas, pero no debes obsesionarte con ser una persona perfecta, basta
con que trates de mejorar y ser más humana. Deja atrás las culpas, esas que la
mayoría tenemos una vez llegamos a la
casa .Recuerda no somos perfectos ni lo seremos jamás y siempre encontraremos
que hablen bien o mal de nosotros.
Algo muy importante dale siempre a Dios el
primer lugar en todo, ora, lee sobre su palabra, porque sólo él nos da la
fuerza que no logramos conseguir con todo lo material y placentero que nos
ofrece la cotidianidad. Bendice al que te maldice, entrega una sonrisa a
quienes nunca te han regalado una.
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