jueves, 11 de julio de 2013

¿Cómo evaluamos la vida?



Nos pasan los años y cuando llegamos a cierta edad nos detenemos a evaluar la vida, a sumar años, hacer recorridos en la historia memorial del tiempo.

 Esas evaluaciones la determinamos por la cantidad de actividades  en la que hemos participado, los reconocimientos recibidos, por los títulos universitarios que hemos obtenidos y colgamos en la paredes de la casa u oficina.

La vida la medimos por el número de amigos que tenemos o conocidos influyentes en el gobierno de turno, otras veces la evaluamos de acuerdo a la manera que somos aceptados por los demás, en el entorno donde nos desenvolvemos.

 Evaluamos nuestra vida por los resultados financieros de fin de año, o por la membrecía del club X, por los lujos que exhibimos , los lugares que frecuentamos ,los viajes que hacemos, las boutique donde compramos nuestra ropa, la marca de los perfume que nos ponemos ,por  las carteras y zapatos  que usamos , que solo sirven  para  anotar  puntos, como si se tratara de  un juego… vivimos y medimos la vida  por  competencia,  por aparentar lo que en realidad nos falta, y hacemos creer que somos de  una clase social a la que no pertenecemos.
 
No sigamos midiendo la vida por los éxitos o la fama, ni por  la cuenta bancaria que tenemos, porqué muchas veces debemos preguntar cómo lo ganamos, no valoremos la vida por la profesión, cuántos analfabetos tienen ideas más brillantes que aquellos que fuimos a la universidad, no evaluemos la vida,  por el lugar donde estudiamos o donde trabajamos. Hay trabajos más digno que el nuestro.
 
No podemos medir la vida  por la casa donde vivimos, tal vez solo la habitamos o por la marca del auto que tenemos, es probable que no sepamos conducirlo.

              Si pudiéramos evaluar la vida:
Por los retos asumidos
Por la entrega y el amor  en lo que hacemos         
Por el entusiasmo puesto en el  trabajo
Por la confianza  ganada
Por la luz que irradiamos
Por la alegría  transmitida 
Por la honestidad  exhibida 
Por la inteligencia sumada
Por el respeto obtenido
Por los sueños compartido
Por las oportunidades brindadas
Por la superación humana y la estabilidad emocional.
  
Si aprendiéramos  a vivir la vida, al final,  es posible que no tengamos que medirla, porque mas allá de medirla, es ver los resultados, no por lo que recibimos, sino por lo que pudimos haber dado.  

Porque la vida, si tiene una medida, deberíamos medirla por la equidad entre los seres humanos ,la ética, la honestidad, y el respeto por lo que hacemos, que sería el resultado de lo que somos, pero sobre todo, por  lo que sembramos en el camino,
 para alimentar el corazón de los demás.

La vida es un privilegio, disfrutarla  es una gracia, vivirla es una bendición, compartirla es un honor.








jueves, 4 de julio de 2013

¿Qué son los instintos?

 Según  los expertos, el instinto es una disposición psícofísica innata, heredada, que incita al sujeto a actuar de una determinada forma frente a un estímulo o un objeto.

 La conducta animal se desarrolla básicamente en función de los instintos, de forma automática y sin que el sujeto tenga conciencia de ello.

Mientras que en la conducta humana persisten un gran número de patrones instintivos, aunque, por su capacidad de racionalización, gran parte de la vida instintiva del ser humano ha sufrido un proceso de complejidad, mezclándose auténticos instintos con conductas voluntarias.

Generalmente, en el ser humano el impulso instintivo pasa por el “filtro” de la razón, por lo que, voluntariamente, es capaz de modificar, anular o reprimir la conducta instintiva. Esto es fácil de observar si comparamos la actitud de un niño pequeño con la de un adulto: el primero se moverá siguiendo únicamente sus apetencias, sin control, mientras que el segundo valorará sí es o no el momento adecuado para satisfacerlas. Pero este control es fruto de un aprendizaje y una educación que, en cierto modo, regulan los instintos. Es decir, se aprende a controlar los instintos, pero no la conducta instintiva en sí, que es innata.

Según la complejidad y desarrollo intelectual del ser humano, podemos clasificar los instintos de la siguiente manera: el de conservación, vital o de supervivencia, el social y el sexual o de placer. Siempre habrá uno que predomina, otro que apoya al dominante y un tercero que tenemos olvidado o descuidado.

Si logra reconocer cuál es tu instinto predominante y cuál el de apoyo, si te reconoces en alguna descripción puede ayudarte a cultivar el instinto que tienes abandonado y moderar e impulsar los otros para mejorar las relaciones y bienestar.

De acuerdo con el Eneagrama y los estudios de Rizzo y Hudson, estos impulsos son tan rápidos y primarios que casi no nos damos cuenta de ellos. Definen nuestros gustos, nuestra forma de ser, actuar, vivir y convivir y explican por qué somos diferentes a los que nos rodean.

Aquí, una breve descripción del carácter general de las personas con cada instinto: Conservación, vital o de supervivencia. Quienes tienen más desarrollado este instinto sienten un impulso por buscar la supervivencia, el bienestar y las cosas esenciales de la vida.

Si prima el instinto de conservación, mi foco de atención estará en mi ser, mi cuerpo, mi mundo. Busco seguridad, protección, comida, casa, confort y recursos materiales. Puedo llegar a comprar provisiones para un mes y pienso en términos de “tengo que estar preparado para cualquier imprevisto”.

Mi deseo básico es crear un nido, una plataforma que me haga sentir seguro: “¿Hay suficiente comida en el refrigerador? ¿Tengo un seguro de vida para alguna emergencia? ¿Cómo está mi salud?”Ya que gran parte de mi atención está en mí, me pregunto qué tan confortable me siento y cuáles son las necesidades físicas inmediatas de mi cuerpo, si tengo hambre, frío, calor o si estoy cansado o me molesta el aire acondicionado, por ejemplo.

Social. Las personas que tienen más desarrollado este instinto sienten el impulso de buscar a otros, a grupos, a comunidades, de manera similar a los animales que tienden a agruparse en manadas en donde se sienten seguros y protegidos.
Si soy social, mi foco de atención está en mi círculo de amigos, en el grupo, en el mundo, en lo que pasa afuera, en las redes sociales. Mi deseo principal es ver por otros y pertenecer a ciertos grupos. Necesito a las personas, necesito reconocimiento, popularidad, honor, estatus, posición social y aceptación. Me importa mucho dar una buena impresión.

Instinto Sexual. Las personas en las que este instinto es predominante, tienen el impulso de buscar intimidad, fusión, unión y conexión profunda con otra persona. Su fin último es la conservación de la especie.
Si soy sexual, mi foco de atención estará en el ser amado, en mis amigos íntimos, en lograr la afinidad, en la intensidad, en percibirme unido a esa fuerza que prende, estimula y me hace sentir vivo. Me estimulan un cuadro, una canción o un poema que me hagan vibrar.

Si bien es cierto que los antes mencionados  son los principales, tenemos además, el  instinto  cultural, instinto de lucha y huida, de nutrición, de guarida y búsqueda de calor.

Los instintos culturales. Más propios del ser humano culto y civilizado. Entre ellos  se destacan la “ambición” de saber, las inclinaciones artísticas, la investigación, las tendencias filosóficas y religiosas, etc.

Así, si en los animales los instintos constituyen el motor de su vida, en el ser humano éstos pasan a un segundo plano, situándose tras los actos voluntarios y conscientes.

¿Cuál es el instinto que predomina en ti y cuál es el de apoyo?