Probablemente no
exista una ecuación básica que nos
indique cómo ayudar a los demás, pero
si analizamos la frase del novelista y pensador ruso León Tolstói que dice “El que ayuda a los demás se
ayuda a sí mismo”. Seguro que estaríamos en la mejor disposición de hacerlo.
Sin embargo, todos deberíamos
tener la voluntad de ayudar a los demás. Si conociéramos cuales son las
necesidades de la humanidad. Ayudar es cuestión de amor, conciencia y solidaridad, es sentir el imperioso deseo de servir, de hacer
el bien, de ser útil a los menos
favorecidos.
Para prestar colaboración desinteresada en una necesidad o un peligro, es cuestión de
empatizar con el que necesita, es
tratar de ponerse en el lugar del otro,
en la piel del que tiene un problema. Ayudar a los que están confundidos sobre los
medios que han de utilizar, especialmente en su búsqueda de felicidad. Y
como sabemos, es feliz aquel cuya conciencia no lo acusa de nada.
Es prudente saber que las ayudas no son solo tangibles o económicas, existen ayudas
que pueden ser mucho más valiosas como consejos, y apoyo en momentos de dificultad,
de dolor; siempre necesitamos a alguien en momentos de angustia, que nos de fuerzas y esté a nuestro lado animándonos,
ofreciéndonos una palabra de fe para
seguir adelante.
Para
ayudar a alguien primero debe salir de lo más profundo de tu corazón, no para que te vean, para lavar tu imagen, te
reconozcan o feliciten, cuando ayudes debes estar convencido de querer hacerlo,
de esa manera te sentirás pleno, por haber realizado un acto humanitario.
Por alguna razón de la vida en cada esquina
vemos la pobreza de la gente, no tiene que ir lejos para poder extender tus
manos y ofrecer ayuda, poner tus oídos
para escucharle y comprender
aquellos que no tienen quienes le brinden un abrazo de esperanza, inténtalo
hoy, le hará feliz y a ti, te proporciona un gran bienestar y satisfacción al espíritu.
Y es que ayudar alarga la vida. Así lo confirman
diversos estudios realizados por psicólogos y psiquiatras publicados en la
revista Heatlh Psychology y en el American Journal of Public Health. Provoca
bienestar a nivel mental, lo que a la vez se traduce en sentimientos de
felicidad y alegría, aumenta la autoestima, la confianza y seguridad en uno
mismo .Quien ayuda se convierte en una persona más positiva,
reduce el estrés, la ansiedad y la depresión, mejora el sistema inmunológico
con lo que se reduce la posibilidad de enfermar, y reduce la probabilidad de
padecer enfermedades mentales.
Ah!
Ayudar no es dar lo que te sobra, lo que
no necesites o lo que ya no te guste. Ayudar es cumplir con el principio de justicia que exige
al que tiene, puede y sabe más, compartir con el que tiene, puede y sabe menos.
Recuerda
que quien ayuda jamás dice que lo hizo, sí lo hace, entonces no vale la pena haber ayudado a alguien,
porque si lo dices en realidad quien necesita la ayuda eres tú.