martes, 26 de marzo de 2013

¿Alguna vez ha pasado por la vergüenza de ser humillada/o?




   Aunque   la dignidad es un estado difícil de definir, y  la humillación es un concepto sin significado preciso.  Podemos sin embargo  reflexionar   diciendo   que la  humillación, es igual a desprecio, y se produce cuando  alguien atenta contra el orgullo, la dignidad de una persona, especialmente en público.

    Herir el amor propio, abatir el orgullo a un ser humano provoca   vergüenza. Este tipo de situaciones  destruyen  moralmente a los seres humanos.

     Muchas personas recurren al uso de la humillación o el desprecio en sus relaciones, ya sea con sus compañeros de trabajo, sus parejas, hijos u otros miembros de la familia. Lo peor de todo es que no siempre son conscientes de lo que  están haciendo y el uso de estos gestos de desprecio parece que van en aumento en nuestra sociedad.

    Los actos que denigran públicamente las creencias de un individuo  es una tortura  que termina en  menoscabar la dignidad del ser humano  lo que se considera como humillación.

   Hay muchas formas de hacer que una persona se sienta despreciada, humillada y avergonzada. Algunas son muy claras, como insultar a alguien, decirle que no vale para nada, que no sabe hacer nada bien o que es un fracasado. Muchos  son  burlados además por su apariencia y  conducta.
   Otras en cambio, son mucho más sutiles. Por ejemplo,  si le dices a un niño una frase aparentemente tan inocente como "deja de hacer ruido", no parece haber problema alguno, pero si esa frase va acompañada de un gesto de asco y desprecio, que el niño o niña percibe perfectamente, entonces tal vez te encuentres con que ese niño lanza violentamente contra el suelo el objeto con el que supuestamente estaba haciendo ruido.  ¿Qué ha pasado?
    Tras ver el gesto de desprecio, el niño se siente humillado y avergonzado. Ese gesto implica una retirada del afecto, un "no me gustas porque no eres lo bastante bueno". Eso genera un sentimiento de vergüenza. Pero la vergüenza es la emoción más desagradable e insoportable de todas las que existen. De hecho, no somos capaces de sentirla de manera sostenida. Enseguida hacemos algo para eliminarla, como olvidar lo sucedido, o bien da lugar a otra emoción.

  
       Las dos emociones más habituales a las que da lugar la vergüenza son la tristeza (o depresión, en su polo más extremo) y la ira (o rabia). Y es precisamente esa ira la que lleva al niño del ejemplo a reaccionar de esa manera.
 
    Pero eso no solo sucede en las relaciones entre padres e hijos, sino también en las relaciones de pareja o en cualquier otro tipo de relación. Cuando nos encontramos con reacciones que parecen ser exageradas, es probable que debajo de ellas se encuentre una persona que se ha sentido humillada y avergonzada.

   Si nos  damos cuenta de que nuestra forma de hablar o expresiones faciales están transmitiendo desprecio hacia la otra persona (incluso aunque no lo hagamos a propósito) seremos mucho más capaces de empezar a cambiarlas y a relacionarnos con los demás de un modo más sano.
Y si tú estás teniendo estas reacciones, el caso puede ser exactamente el mismo. Tal vez necesites decirle a esa persona lo que sientes, puesto que puede que no sea consciente de que te está tratando con desprecio. Y si lo hace a propósito tal vez debas plantearte la posibilidad de dejar una relación que puede ser muy destructiva. Aunque muchos optan por quedarse callados no es  lo conveniente. El ser humano necesitan sentirse querido y respetado por quienes le rodean.




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