Aunque la
dignidad es un estado difícil de definir, y la humillación es un concepto sin significado
preciso. Podemos sin embargo reflexionar
diciendo que la
humillación, es igual a desprecio, y se produce cuando alguien atenta contra el orgullo, la dignidad de una persona, especialmente en
público.
Herir el amor propio,
abatir el orgullo a un ser humano provoca vergüenza.
Este tipo de situaciones destruyen moralmente a los seres
humanos.
Muchas personas recurren al uso de la humillación o el desprecio en sus
relaciones, ya sea con sus compañeros de trabajo, sus parejas, hijos u otros
miembros de la familia. Lo peor de todo es que no siempre son conscientes de lo
que están haciendo y el uso de estos
gestos de desprecio parece que van en aumento en nuestra sociedad.
Los
actos que denigran públicamente
las creencias de un individuo es una tortura que termina en menoscabar la dignidad del ser humano lo que se considera como humillación.
Hay muchas formas de hacer que una persona
se sienta despreciada, humillada y avergonzada. Algunas son muy claras, como
insultar a alguien, decirle que no vale para nada, que no sabe hacer nada bien
o que es un fracasado. Muchos son burlados además por su apariencia y conducta.
Otras en cambio, son mucho más sutiles. Por ejemplo, si le dices a un niño una frase aparentemente
tan inocente como "deja de hacer ruido", no parece haber problema
alguno, pero si esa frase va acompañada de un gesto de asco y desprecio, que el
niño o niña percibe perfectamente, entonces tal vez te encuentres con que ese
niño lanza violentamente contra el suelo el objeto con el que supuestamente
estaba haciendo ruido. ¿Qué ha pasado?
Tras ver el gesto de desprecio, el niño se siente humillado y
avergonzado. Ese gesto implica una retirada del afecto, un "no me gustas
porque no eres lo bastante bueno". Eso genera un sentimiento de vergüenza.
Pero la vergüenza es la emoción más desagradable e insoportable de todas las que existen. De hecho, no
somos capaces de sentirla de manera sostenida. Enseguida hacemos algo para
eliminarla, como olvidar lo sucedido, o bien da lugar a otra emoción.
Las dos emociones más habituales a las que da lugar la vergüenza son la
tristeza (o depresión, en su polo más
extremo) y la ira (o rabia). Y es precisamente esa ira la que lleva al niño del
ejemplo a reaccionar de esa manera.
Pero eso no solo sucede en las relaciones entre padres e hijos, sino
también en las relaciones de pareja o en cualquier otro tipo de relación. Cuando nos encontramos
con reacciones que parecen ser exageradas, es probable que debajo de ellas se
encuentre una persona que se ha sentido humillada y avergonzada.
Si nos damos cuenta de que
nuestra forma de hablar o expresiones faciales están transmitiendo desprecio
hacia la otra persona (incluso aunque no lo hagamos a propósito) seremos mucho
más capaces de empezar a cambiarlas y a relacionarnos con los demás de un modo
más sano.
Y si tú estás teniendo estas reacciones, el caso puede
ser exactamente el mismo. Tal vez necesites decirle a esa persona lo que
sientes, puesto que puede que no sea consciente de que te está tratando con
desprecio. Y si lo hace a propósito tal vez debas plantearte la posibilidad de
dejar una relación que puede ser muy destructiva. Aunque muchos optan por
quedarse callados no es lo conveniente. El ser humano necesitan sentirse querido y respetado
por quienes le rodean.
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