lunes, 8 de junio de 2009

El Hombre que Cambió su Vida Después de Leer su Obituario


El conjunto de los premios más famosos del mundo es el de los Premios Nóbel. Otorgados por logros sobresalientes en Literatura, Paz, Economía, Medicina y las Ciencias, fueron creados hace un siglo por Alfred B. Nóbel (1833 - 1896), un hombre que amasó su fortuna produciendo explosivos: entre otras cosas, Nóbel inventó la dinamita. Qué motivó a este fabricante de municiones sueco a dedicar su fortuna a honrar y premiar a quienes benefician a la humanidad?
La creación de los premios Nóbel se produjo por un hecho casual. Cuando murió el hermano de Nóbel, un diario publicó un extenso obituario de Alfred Nóbel, creyendo que era él quien había fallecido. Nóbel tuvo una oportunidad que se otorga a pocas personas: leer su obituario en vida. Lo que leyó lo horrorizó. El diario lo describía como alguien que había hecho posible matar a más personas más rápido que cualquier otro individuo que hubiera vivido nunca.
En ese momento, Nóbel se dio cuenta que así era como sería recordado. Poco después estableció los premios. Hoy, todo el mundo esta familiarizado con los premios Nóbel, aunque relativamente pocas personas saben cómo hizo su fortuna. El Marco Antonio de Shakespeare estaba equivocado. El bien que hacemos perdura después de nosotros.
Pensar qué dirá nuestro propio obituario puede motivarnos a repensar la manera en que estamos empleando esta vida. Ninguna nota necrológica dice que una persona se vestía bien, que vivía de manera extravagante, que se tomaba vacaciones fabulosas, que conducía un auto carísimo o que construyó la casa más costosa. Nunca oí alabar a nadie por estar demasiado ocupado en su trabajo como para dedicar tiempo a sus hijos. Una llamada a alguien que está solo, un oído atento a una persona necesitada, largas caminatas con nuestros hijos, dar gracias a nuestro cónyuge y a D-os, realizar Mitzvot (actos de bondad y santidad), son la esencia de una vida bien vivida.
Las personas a las que se lloran más no son las más ricas o las más famosas o las más exitosas. Se llora más a las personas que enriquecieron las vidas de otros, los bondadosos. Se llora a los que mostraron amor, aquellos que tenían un sentido de responsabilidad o que cuando podían, daban a causas caritativas. Si no podían dar dinero, daban su tiempo. Eran amigos leales y miembros comprometidos de comunidades. Eran personas con las que se podía contar.
Hay una hermosa historia acerca del gran anglo-judío victoriano, Sir Moses Montefiore. Montefiore era una de las figuras más destacadas del siglo XIX. Cercano amigo de la Reina Victoria y hecho caballero por ella, se convirtió en el primer judío en alcanzar altos cargos en la City de Londres. Su filantropía se extendía a judíos y no judíos por igual, y en su cumpleaños Nº 100, el London Times dedicó editoriales en su elogio. "El ha demostrado", decía el Times, "que el judaísmo ferviente y la ciudadanía patriótica son absolutamente consistentes entre sí".
Una reflexión fue particularmente conmovedora. Una vez alguien le preguntó: "Sir Moses, ¿cuánto vale usted?" Moses pensó un poco y mencionó una cifra. "Pero seguramente", dijo la otra persona, "su riqueza debe ser mucho mayor que eso". Con una sonrisa, Sir Moses replicó: "usted no me preguntó cuánto tengo. Usted me preguntó cuánto valgo. Así que calculé cuánto di para caridad este año".
"¿Sabe?", dijo. "Valemos lo que estamos dispuestos a compartir con otros".
En 1798, el gran líder jasídico Rabino Shneur Zalman de Liadi, fue enviado a prisión por difundir la fe religiosa (por lo tanto, "subversión") entre la población judía. Mientras estaba en prisión esperando el juicio, su carcelero, consciente que estaba frente a un hombre santo, le hizo una pregunta que hacía mucho tiempo le preocupaba. Dijo: "leemos en el libro de Génesis que cuando Adán y Eva pecaron, se escondieron entre los árboles del jardín del Edén, y D-os llamó: '¿dónde estás?' Lo que quiero saber es esto: si D-os lo sabe todo y lo ve todo, seguramente Él sabía dónde estaba. ¿Por qué tuvo que preguntar 'dónde estás'?
El Rebe respondió: "las palabras de la Biblia no fueron escritas sólo para su tiempo sino para todos los tiempos". La pregunta que D-os hizo a Adán no estaba dirigida solo a él sino a cada uno de nosotros, en cada generación. Dilapidamos días y noches en objetivos artificiales, temporarios. Nos consumimos con la auto-preservación y la gratificación, y creemos que podemos escondernos de las consecuencias. Pero siempre, después de que hemos perdido nuestro rumbo, oímos la voz de D-os en nuestro corazón que nos pregunta: "¿dónde estás?" ¿Qué has hecho con tu vida? Te he dado cierta cantidad de años; ¿Cómo los estás usando?
En la novela de la Segunda Guerra Mundial de Herman Wouk, "El Motín de Caine", Guille -el personaje central-, está sirviendo en la Armada cuando recibe una carta de su padre, quien pronto moriría de cáncer. Reflexionando sobre su vida, en la que logró mucho menos de lo que había esperado de joven, advierte a su hijo: "recuerda esto, si puedes, no hay nada, nada, más precioso que el tiempo. Probablemente piensas que tienes un suministro inconmensurable de tiempo, pero no es así. Las horas desperdiciadas destruyen tu vida de la misma forma al comienzo que al final, solo que al final es más obvio".
Dios decide cuán largo será nuestro capítulo en la tierra; depende de nosotros el hacer que cada párrafo y cada frase cuenten. La inmortalidad no está en cuánto uno viva sino en cómo uno vive. Cada día es un regalo de Dios y debemos usarlo al máximo para celebrar la vida y ser una bendición para otros.
Si (no lo quiera Dios), usted tuviera que dejar el mundo mañana, ¿qué diría su obituario? ¿Diría lo que usted querría que dijera?








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