lunes, 10 de junio de 2013

A pesar de todo, “Gracias a la vida”


Hoy abro mi corazón para agradecer al Divino Creador, por la dicha de haberme regalado acampar en una cálida, hermosa, y heroica ciudad, de tierra productiva, preñada de esperanzas, pero dormida en la soledad de la indiferencia y el dolor, por la pérdida de los valores que se llevan  los años,  como la   muerte a la  gente.

En esta noche cuando las estrellas se ocultan y la luna abre sus ojos, he tomado una libreta y un viejo lápiz de carbón, para plasmar   mi gratitud, a todos los que han contribuido  hacer lo que  hoy soy.

 Después de varios días  recorriendo cada barrio, escuchando su gente, sintiendo el calor humano  en medio de una temperatura de 35 grados,  me acerqué al canal mayor, para recibir la frescura  que  fluye de sus aguas  a pesar de su visible contaminación.   

Camine algunas de sus calles, ¡Cuánto han cambiado! abriendo  caminos  que se habían cerrado, no por olvidar pasar, sino por el bendito tiempo que nos hace preso,  y perdemos la libertad de visitar, compartir,  de escuchar y sentir  lo que vive  la gente de cada sector de  una ciudad como mi pueblo, que no es mi pueblo Mao.

Como estadio con entrada gratis, dejé mis oídos abiertos,  para  escuchar  qué había pasado con los pintorescos personajes, familias,  ancianos y  jóvenes que eran lumbreras  en los deportes, el arte y la cultura de aquellos años.  ¿Dónde se quedó dormida la paz, el amor al prójimo, la bondad, el compañerismo, el respeto a la vida  y la solidaridad entre vecinos y amigos?

Entre una y otra referencia  de mis inicios en la radio y la Tv, en medio de halagos, sonrisas y lágrimas, fueron narrándome que ha pasado, que  fue de aquella gente, el camino que siguieron después  de encontrarnos en una que otra esquina, en el parque, en la escuela, la universidad, participando de la cotidianidad de una pequeña ciudad habitada por gente buena, noble y trabajadora.

  Unos cuantos  se perdieron , se fueron por  vías equivocadas, al mundo de las drogas, la mayoría han seguido  las  luchas del  trabajo, mientras algunos volaron a lugares lejanos, buscando nuevas alternativas de vida, con ellos también se fue una buena parte de los sueños  de un futuro promisorio de este pueblo; los mayores  y uno que otros jóvenes  e incluso niños se fueron  dejando la vida  terrenal .

Al caminar, saludar, abrazar y escuchar, vi tristezas y desesperanzas en tantas miradas, aquella gente ya no suele confiar en  nada ni en nadie, tiene  miedo de todo y de todos; ya no dejan sus puertas abiertas y se acuesta a sus acostumbradas  siestas. Ahora sus casas parecen cárceles con verjas y candados las 24 horas.

Me olvide de mi oficio de comunicadora actualizada  y escuché cada historia como si jamás había vuelto a leer los periódicos o escuchar alguna noticia, me contaron que al igual que en las grandes ciudades, ahora  violan los niños/as, roban hasta los mismos vecinos;  aquellos que una vez cuidaban sus casas como de sus hijos, matan por pequeñas discusiones y robar parece algo normal, ya no se molestan en hacer las denuncias,total,a final puede que se encuentre con el mismo delincuente donde ponen la querella. La justicia, como en el resto del país es tan débil como un papel bajo la lluvia.

 La gente se ha vuelto muy agresiva, los hombres golpean sus esposas, las asesinan, tenemos gentes inseguras, con falta de amor, tantas niñas  han perdido la inocencia y con ella su pudor, y la educación se fue de vacaciones.

Las noticias negativas que ocurren y salen a diario en los medios de información, no parecen sorprenderles, se ha convertido en algo tan habitual que perdieron la capacidad de asombro. La política está sacando la honestidad,la ética del diccionario de la vida del dominicano, estamos en un mercado de oferta y demanda,  apostando a quien  se haga millonario más rápido, con un puesto en alguna  instituciones del estado, o recibiendo un cheque sin trabajar, Peor aún, son reconocidos públicamente con placas, pergaminos como si tuviéramos  que agradecerles y premiarles  por su función  de corruptos.

Ya no hacen referencia a anécdotas e historia de personajes, simplemente  se quejan de la  calamitosa situación, la inseguridad, la pobreza, la quiebra de los pequeños agricultores y empresas;  lamentan con dolor en el alma  la poca esperanza de que en  un futuro mejore la situación  del país. Deben tener dos y tres empleos  para poder subsistir en una sociedad que exige más apariencia que conciencia; el pluriempleo no ha  dejado   tiempo para visitar  las familias y los amigos, es más fácil un mensaje por correo o  felicitarlos a través de las redes sociales en el día de su cumpleaños, si además le sumamos la dejadez y la falta de amor por la familia.

“El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos” como dice la canción. Así que el cansancio me hizo abordar  un carro público. Con  mi habitual saludo, Hola! , buenas tardes!  “!Ah! Qué bueno verla Doris!” Fueron las palabras de don José, mientras conducía su destartalado carro de la ruta A, que me llevó de un extremo a otro de la ciudad, me platicó de sus luchas  y como había cambiado la vida,” ya nada es igual, nos hemos puesto viejo, sin  ! y sólo vivimos “fajão” para ganarnos el moro, hasta que Dios quiera”. Él tiene años viendo como cambia la gente, con un  guía en sus manos, si fuera por los años trabajado en el transporte urbano, me atrevería a decir  que podría conducir sin ver  las calles Duarte y Máximo Cabral, por donde tiene que transitar una y otra vez; fue grato ver de nuevo a don José, pero  triste porque sus arrugas son más  visible en medio del cansancio y la pobreza.
                                                       
Pero en medio de tanta indolencia, mediocridad y deshumanización, mi pueblo sigue siendo mi pueblo, ese que se despierta  con la esperanza de rencontrarse con la tranquilidad de lo perdido;  al caminar sus calles  también me encontré con la nostalgia, dejando que un hermoso atardecer tocara  mi piel y fortaleciera  mi espíritu, para que  mi alma siga con la sensibilidad de sentir en las madrugadas, la suave brisa entre arrozales y platanales ,sin perder la fe, con la esperanza  de que  podamos sobrevivir , caminando de la mano de Dios   .


















2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que tristeza me produjo este artículo tan bien elaborado. Es como el lamento de un alma desgarrada por la impotencia y la desilusión de ver como poco a poco estamos sucumbiendo ante la falta de valores y principios de moralidad que deberían regirnos. Sentí congoja y angustia, pero sólo momentáneamente, ya que me sobrepuse y me dije... ¡¡¡ No, no debe ser... !!!, al igual que Doris, no debemos desmayar y darnos por vencidos... eso es lo que quieren los corruptos, que le cedamos el paso, y eso no lo podemos permitir bajo ningún concepto.

Gracias mil Licda. Doris... ¡¡¡Excelente, valiente y muy valioso su artículo!!!

Cariño y estima para Usted y Familia.

Diómedes Rodríguez Martínez.

Anónimo dijo...

Gracias Diómedes, así es, cuantas vivencias se quedaron en el tiempo y con ella los valores y principios se fueron perdiendo y hoy nuestros hijos caminan sin encontrar las huellas del bien, para seguir los pasos por donde caminaron sus ancestros lleno de amor y generosidad...pero no podemos perder la fe y la esperanza de rencontrar esta sociedad de nuevo con lo perdido.
Dios le dé abundante bendiciones junto a su familia
Gracias por leer las simplezas que salen de mi alma.
Doris