Hoy
abro mi corazón para agradecer al Divino Creador, por la dicha de haberme regalado acampar en
una cálida, hermosa, y heroica
ciudad, de tierra productiva, preñada de
esperanzas, pero dormida en la soledad de la indiferencia y el dolor, por la
pérdida de los valores que se llevan los años,
como la muerte a la gente.
En
esta noche cuando las estrellas se ocultan y la luna abre sus ojos, he tomado
una libreta y un viejo lápiz de carbón, para plasmar mi gratitud, a todos los que han contribuido hacer lo que
hoy soy.
Después de varios días recorriendo cada barrio, escuchando su gente,
sintiendo el calor humano en medio de
una temperatura de 35 grados, me acerqué
al canal mayor, para recibir la frescura
que fluye de sus aguas a pesar de su visible contaminación.
Camine
algunas de sus calles, ¡Cuánto han cambiado! abriendo caminos que se habían cerrado, no por olvidar pasar,
sino por el bendito tiempo que nos hace preso,
y perdemos la libertad de visitar, compartir, de escuchar y sentir lo que vive
la gente de cada sector de una
ciudad como mi pueblo, que no es mi pueblo Mao.
Como
estadio con entrada gratis, dejé mis oídos abiertos, para
escuchar qué había pasado con los
pintorescos personajes, familias,
ancianos y jóvenes que eran
lumbreras en los deportes, el arte y la
cultura de aquellos años. ¿Dónde se quedó
dormida la paz, el amor al prójimo, la bondad, el compañerismo, el respeto a la
vida y la solidaridad entre vecinos y amigos?
Entre
una y otra referencia de mis inicios en
la radio y la Tv, en medio de halagos, sonrisas y lágrimas, fueron narrándome que
ha pasado, que fue de aquella gente, el
camino que siguieron después de encontrarnos
en una que otra esquina, en el parque, en la escuela, la universidad,
participando de la cotidianidad de una pequeña ciudad habitada por gente buena,
noble y trabajadora.
Unos
cuantos se perdieron , se fueron
por vías equivocadas, al mundo de las
drogas, la mayoría han seguido las
luchas del trabajo, mientras algunos
volaron a lugares lejanos, buscando nuevas alternativas de vida, con ellos
también se fue una buena parte de los sueños
de un futuro promisorio de este pueblo; los mayores y uno que otros jóvenes e incluso niños se fueron dejando la vida terrenal .
Al
caminar, saludar, abrazar y escuchar, vi tristezas y desesperanzas en tantas
miradas, aquella gente ya no suele confiar en
nada ni en nadie, tiene miedo de
todo y de todos; ya no dejan sus puertas abiertas y se acuesta a sus
acostumbradas siestas. Ahora sus casas
parecen cárceles con verjas y candados las 24 horas.
Me
olvide de mi oficio de comunicadora actualizada
y escuché cada historia como si jamás había vuelto a leer los periódicos
o escuchar alguna noticia, me contaron que al igual que en las grandes
ciudades, ahora violan los niños/as,
roban hasta los mismos vecinos; aquellos
que una vez cuidaban sus casas como de sus hijos, matan por pequeñas
discusiones y robar parece algo normal, ya no se molestan en hacer las
denuncias,total,a final puede que se
encuentre con el mismo delincuente donde ponen la querella. La justicia, como
en el resto del país es tan débil como un papel bajo la lluvia.
La gente se ha vuelto muy agresiva, los
hombres golpean sus esposas, las asesinan, tenemos gentes inseguras, con falta
de amor, tantas niñas han perdido la
inocencia y con ella su pudor, y la educación se fue de vacaciones.
Las
noticias negativas que ocurren y salen a diario en los medios de información,
no parecen sorprenderles, se ha convertido en algo tan habitual que perdieron la capacidad de asombro. La política está
sacando la honestidad,la ética del diccionario de la vida del dominicano,
estamos en un mercado de oferta y demanda, apostando a quien se haga millonario más rápido, con un puesto
en alguna instituciones del estado, o recibiendo un cheque sin trabajar, Peor aún, son
reconocidos públicamente con placas, pergaminos como si tuviéramos que agradecerles y premiarles por su función de corruptos.
Ya
no hacen referencia a anécdotas e historia de personajes, simplemente se quejan de la calamitosa situación, la inseguridad, la pobreza,
la quiebra de los pequeños agricultores y empresas; lamentan con dolor en el alma la poca esperanza de que en un futuro mejore la situación del país. Deben tener dos y tres empleos para poder subsistir en una sociedad que
exige más apariencia que conciencia; el
pluriempleo no ha dejado tiempo para visitar las familias y los amigos, es más fácil un
mensaje por correo o felicitarlos a
través de las redes sociales en el día de su cumpleaños, si además le sumamos
la dejadez y la falta de amor por la familia.
“El
tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos” como dice la canción. Así que el
cansancio me hizo abordar un carro público.
Con mi habitual saludo, Hola! , buenas
tardes! “!Ah! Qué bueno verla Doris!”
Fueron las palabras de don José, mientras conducía su destartalado carro de la
ruta A, que me llevó de un extremo a otro de la ciudad, me platicó de sus
luchas y como había cambiado la vida,”
ya nada es igual, nos hemos puesto viejo, sin ná! y sólo vivimos “fajão”
para ganarnos el moro, hasta que Dios quiera”. Él tiene años viendo como cambia
la gente, con un guía en sus manos, si
fuera por los años trabajado en el transporte urbano, me atrevería a decir que podría conducir sin ver las calles Duarte y Máximo Cabral, por donde
tiene que transitar una y otra vez; fue grato ver de nuevo a don José, pero triste porque sus arrugas son más visible en medio del cansancio y la pobreza.
Pero
en medio de tanta indolencia, mediocridad y deshumanización, mi pueblo sigue
siendo mi pueblo, ese que se despierta
con la esperanza de rencontrarse con la tranquilidad de lo perdido; al caminar sus calles también me encontré con la nostalgia, dejando
que un hermoso atardecer tocara mi piel y
fortaleciera mi espíritu, para que mi alma siga con la sensibilidad de sentir
en las madrugadas, la suave brisa entre
arrozales y platanales ,sin perder la fe, con la esperanza de que podamos sobrevivir , caminando de la mano de
Dios .
2 comentarios:
Que tristeza me produjo este artículo tan bien elaborado. Es como el lamento de un alma desgarrada por la impotencia y la desilusión de ver como poco a poco estamos sucumbiendo ante la falta de valores y principios de moralidad que deberían regirnos. Sentí congoja y angustia, pero sólo momentáneamente, ya que me sobrepuse y me dije... ¡¡¡ No, no debe ser... !!!, al igual que Doris, no debemos desmayar y darnos por vencidos... eso es lo que quieren los corruptos, que le cedamos el paso, y eso no lo podemos permitir bajo ningún concepto.
Gracias mil Licda. Doris... ¡¡¡Excelente, valiente y muy valioso su artículo!!!
Cariño y estima para Usted y Familia.
Diómedes Rodríguez Martínez.
Gracias Diómedes, así es, cuantas vivencias se quedaron en el tiempo y con ella los valores y principios se fueron perdiendo y hoy nuestros hijos caminan sin encontrar las huellas del bien, para seguir los pasos por donde caminaron sus ancestros lleno de amor y generosidad...pero no podemos perder la fe y la esperanza de rencontrar esta sociedad de nuevo con lo perdido.
Dios le dé abundante bendiciones junto a su familia
Gracias por leer las simplezas que salen de mi alma.
Doris
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