miércoles, 29 de mayo de 2013

Las personas de sonrisa blanca curan el alma.

   El ser humano debe estar consciente del rol que debe  desempeñar  en la sociedad.



  Hay que   saber  por y para que  vinimos  al  mundo ,porque todos estamos aquí   con un   fin, que  no sea sólo  vivir en la tierra, sino  existir y para eso debemos  accionar de manera  positiva.

   Aunque reconocemos que todos tenemos  luces y sombras, debemos convertir  esas sombras  en luz y la  Luz  no dejarla    apagar jamás e ir  más allá de la espiritualidad.

   Es necesario entonces,  reconocer que   necesitamos tener  un alma blanca, un alma humana, sentir profundo respeto por lo que nos rodea, personas, animales, ambiente,  el planeta en sí. Ser   capaz de sentir empatía de una forma superior al resto,  capaz de identificar nos  con los éxitos  de los demás, sentir la alegría y llorar el dolor ajeno.

   Hay   que  ser  persona  sensible, receptiva, llena de sentimientos, con alma viva, que busque de la vida lo mejor a nivel humano, que sepa  de valores éticos  y que su principal principio sea: “no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti”. 

   Amar la libertad, la justicia, el amor y la alegría,  amar la vida  desde la paz y no  sólo la  interior,  sino  también  la paz mundial, hay que estar vivos, despiertos, no escapar de las responsabilidades, de ayudar a que este sea un mundo en armonía con su entorno y no actuar nunca en contra de los demás.

  La persona de alma buena, pura, limpia o blanca   no actúa nunca contra su casa: La tierra y quienes la habitan. Las almas blancas son mucho más seguras que las negras, son más sensible y noble, aunque no son la  más fuerte… ¡Ah!  No olvide que las personas de sonrisa blanca curan el alma.




La semana pasada viví para sentir  y contar que en la vida  además del cuerpo hay que existir en espíritu y  alma.

    Conocí  a varios  niños, quería darle tanto de mí, no tenía nada material , no pude darle juguetes, pero juqué con ellos, le regale un corto, pero invaluable, fragmento de tiempo en el que mientras conversaba con ellos, disfrutaba de sus caritas que reflejaban la ternura y la inocencia, intercambiamos sonrisas, estreche sus manos y no falto   un abrazo, fue un día de existir, enseñándoles a escribir su propio destino.

  A la hora de la partida no quería irme, era como si el tiempo se hubiese detenido, pero tenía que decir adiós. Ahora ellos, los pequeños, guardan consigo el recuerdo de un lindo día y estarán a la espera de una nueva visita que quizás nunca llegue, pero conocerán la esperanza.

  Aquella mañana  crecí como  ser  humano y deje en su lista de vivencias  una línea para sus recuerdos. Y justo  ahí, es  donde  reafirmo  la razón de la sonrisa de un niño, y en un instante de certeza sin precedentes, fortalecí  el valor de la familia y de tener  al lado a alguien que nos quiera, y nos enseñe el valor del amor y la  alegría… Hoy no quiero olvidar el rol que me toca para existir.




4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy cierto amiga mia....muy cierto. Hermosa reflexión que nos dice mucho con pocas palabras.
Tenemos tanto que dar que olvidamos nuestros bienes.
Abrazos,
Juan Colon

Anónimo dijo...

¡¡¡Excelente mensaje. Profunda y sutil reflexión!!!
Esa sensibilidad, ese sentir cargado de nobleza y sentimientos puros, esos PRINCIPIOS DE MORALIDAD es lo que nos hace falta, para construir un futuro promisorio y engrandecer nuestra nobleza de alma, para bien NUESTRO, de nuestra atribulada PATRIA y de toda la HUMANIDAD.

Con sentimientos de cariño y alta estima,

Diómedes Rodríguez

Anónimo dijo...

Gracias por sus bonitas opiniones, juan y Diómedes. abundante bendiciones para dos seres especiales como ustedes que toman de su tiempo para leer mis simples escritos .

Anónimo dijo...

Que conmovedor como desearia curar mi alma, despues del engaño de mi marido no he vuelto ser lamisma y todome sale mal, tengo pensamientos de mucha rabia, ya no rio como antes, mi esencia cambio. Mi slma esta herida