Hay que recibir sanidad que viene de Dios.
Dios nos diseñó en
espíritu, alma y cuerpo. “El ser humano
integral” que es una triple
unidad; las acciones que afectan el espíritu afectarán el alma y a su vez al
cuerpo.
La mayor necesidad del espíritu es recibir vida a través de la fe. Nuestra dimensión espiritual está diseñada para relacionarnos y comunicarnos
con Dios.
El espíritu
es la parte inmaterial de la persona donde residen las facultades de Jesucristo el hijo de Dios, que permite
percibir el mundo espiritual y está compuesta por la intuición, comunión y conciencia.
Dios diseñó
al ser humano de tal manera, que su espíritu debe ser quién lo dirige, y no el
alma. Hay una comunión con Dios a través del cuerpo común del que formamos
parte, el cuál es Jesucristo
A través de
la conciencia nos llega la capacidad para ordenar al alma y obedecer la
voluntad de Dios, entonces nos llega la intuición que no es más que la
capacidad para conocer los pensamientos que Dios tiene para nosotros .
Nuestra
dimensión psicológica, que muchas veces sin saberlo llamamos alma, está
diseñada para relacionarnos y comunicarnos con otras personas y es la parte
inmaterial del hombre que contiene los atributos esenciales de la personalidad,
es decir: mente, emociones y voluntad, porque los seres humanos no somos más
que el resultado de lo que hemos heredado y vivido.
Es
necesario recibir SANIDAD DIVINA .Porque nuestras raíces de amarguras son el
resultado de las vivencias negativas. Es ahí donde radica la manera de actuar,
de sentir y sobre todo de pensar, por lo que necesitamos, sanar heridas, curar
el alma, debemos desnudar nuestra alma, para recibir sanidad que viene de Dios. Hay que aprender a ponerles alas al dolor,
dejarlo ir, suelta esas amarras.
Curada
nuestra alma, entonces nuestra composición orgánica y estructural funcionará de
manera adecuada, solo entonces nuestra dimensión física –el cuerpo- estará
lista para interactuar de manera adecuada con el medio ambiente.
Mientras
no lo logremos la armonía total nunca seremos sanos. Es el cuerpo el que
resiente los daños espirituales y psicológicos, que se manifiestan mediante
todo tipo de enfermedades.
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