martes, 14 de mayo de 2013

Hay que ponerle alas al dolor


 Hay que recibir sanidad que viene de Dios. 



   Dios nos diseñó en espíritu, alma y cuerpo.  “El ser humano integral”  que es una triple unidad; las acciones que afectan el espíritu afectarán el alma y a su vez al cuerpo.

   La mayor necesidad del espíritu es recibir vida a través de la fe. Nuestra dimensión espiritual está diseñada para relacionarnos y comunicarnos con Dios. 

  El espíritu es la parte inmaterial de la persona donde residen las facultades de  Jesucristo el hijo de Dios, que permite percibir el mundo espiritual y está compuesta por  la intuición, comunión y conciencia. 

  Dios diseñó al ser humano de tal manera, que su espíritu debe ser quién lo dirige, y no el alma. Hay una comunión con Dios a través del cuerpo común del que formamos parte, el cuál es Jesucristo

  A través de la conciencia nos llega la capacidad para ordenar al alma y obedecer la voluntad de Dios, entonces nos llega la intuición que no es más que la capacidad para conocer los pensamientos que Dios tiene para nosotros .

  Nuestra dimensión psicológica, que muchas veces sin saberlo llamamos alma, está diseñada para relacionarnos y comunicarnos con otras personas y es la parte inmaterial del hombre que contiene los atributos esenciales de la personalidad, es decir: mente, emociones y voluntad, porque los seres humanos no somos más que el resultado de lo que hemos heredado y vivido. 

   Es necesario recibir SANIDAD DIVINA .Porque nuestras raíces de amarguras son el resultado de las vivencias negativas. Es ahí donde radica la manera de actuar, de sentir y sobre todo de pensar, por lo que necesitamos, sanar heridas, curar el alma, debemos desnudar nuestra alma, para recibir sanidad que viene de Dios. Hay que aprender a ponerles alas al dolor, dejarlo ir, suelta esas amarras. 

  Curada nuestra alma, entonces nuestra composición orgánica y estructural funcionará de manera adecuada, solo entonces nuestra dimensión física –el cuerpo- estará lista para interactuar de manera adecuada con el medio ambiente.

 Mientras no lo logremos la armonía total nunca seremos sanos. Es el cuerpo el que resiente los daños espirituales y psicológicos, que se manifiestan mediante todo tipo de enfermedades.

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